(Inspirado en la canción homónima de Dirge of the Moon)
Taste- Dirge of the Moon
Luces apenas iluminando el mar encrespado de cuero y perpetua tela negra. Las mismas
que se concentraban en el escenario frente a mí, nadando entre decenas de bailarines a
medio ahogar en doble éxtasis y la voz grave del vocalista.
Era sábado por la noche, aunque el tiempo no parecía tener cabida en aquél bar
underground o “antro de mala muerte para goths” como le llamaban mis compañeros de
escuela. No sabía si era un toquín, guerra de bandas o una noche cualquiera, había
terminado ahí por curiosidad. Llevaba hora y media escondida en los rincones con una
cerveza en la mano, pensando que quizás aquello superaba los límites de mi zona de confort
y debía irme. No era la música, ni el ambiente de película de horror de los 90’s, ni las
vestimentas estrafalarias….eran ellos.
No podía despegarles la mirada de encima y estaba segura que ya habían notado mi
insistente indiscreción. Desde que los había notado, ambos de negro, uno muy elegante y
normal, y el otro más rockero que gótico, distintos en estatura y en facciones, pero a la vez
había algo que les daba un aire similar y siniestro… Quizás la actitud de ser más vigilantes
que partícipes.
Ambos espalda con espalda sostenían a dos chicas en brazos, criaturas pérdidas con
expresiones todavía más. Parecían llevar siglos con las caras escondidas en los hombros de
sus compañeras, y sus manos en rincones que la oscuridad no me permitía espiar. De pronto
una de las chicas gimió… ¿o gritó? La había mordido, estaba segura.
Aquello era demasiado, miré a otra parte; el humo, el olor a mota y las luces
estroboscópicas volvían todo más irreal. Podría jurar que vi sus ojos brillando….
Ese lugar estaba lleno de dementes. ¿Qué hacía yo ahí? ¿Qué pretendía probar sola, vestida
de negro, sin entender un ápice de todo lo que oía?
Hasta que comenzó esa canción.
Guitarra y voz reptaban por las paredes, conduciéndome como un hechizo, sin notar mis
pasos, los cuerpos retorciéndose, hasta el centro de la pista; dejándome inmóvil, como una
hipnosis en mi mente y un cortocircuito en mi piel.
Por eso no noté que ellos estaban detrás de mí, hasta que unas manos me rodearon la
cintura y me abrieron la blusa descubriendo lo que había abajo. Segundos después tenía sus
labios recorriéndome en suspiros el cuerpo, risas, murmullos que sacudían mis ideas
envueltas en la melodía que explotaba de las bocinas.
Nadie parecía notarnos, todos sumidos en un trance, menos aquellos seres de la noche con
dedos fríos que dejaban rastros de fuego. Cuando sentí su lengua, uno de ellos había
comenzado a lamerme el hombro, temblé hasta el alma, y sabía que la vibración del suelo
no tenía nada que ver con ello.
Yo era el nuevo juguete, las chicas seguramente yacían en el suelo. La presa había
cambiado, pero no el juego. El tacto extraviado bajo la tela, la presencia letal, las palabras
cargadas de amenazas a toda moral y pureza. La venganza por mi atrevimiento a mirar de
más, el castigo tornándose recompensa en aquél paraíso oscuro.
Percibí dientes rozando la dermis en todas direcciones. La canción embriagaba el resto de
mis sentidos sobrecargados. El sollozo agonizante que nunca salió cuando sentí las dos
punzadas en el cuello. Dolía, quemaba, me disolvía con el placer…con las sombras.
“Soy el aliento perdido entre el ruido, sin saber acercar todo mi yo hacía ti…”
Susurró el joven en el escenario.
Yo había encontrado sin querer la respuesta….
Grandioso, nos quedamos picados. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, qué bueno que les haya gustado. :)
EliminarMe encantó <3
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